Los creadores de contenido en la era de la desinformación
Sonia • July 31, 2025

A día de hoy, es indudable el poder de influencia de los creadores de contenido, influencers y líderes de opinión digitales en la sociedad. Con su voz moldean opiniones, impulsan decisiones de compra, promueven causas sociales e incluso influyen en elecciones políticas. Esta capacidad de impacto masivo les otorga un poder sin precedentes, pero también una responsabilidad crucial: la de informar con criterio y ética, y la de ser conscientes del efecto que sus palabras y contenidos pueden tener en su audiencia.
Al fin y al cabo, se han convertido en fuentes de información y recomendación fundamentales para millones de usuarios. Pero con gran poder viene una gran responsabilidad.
Verificación: ¿un paso olvidado?
Según un reciente informe de la Unesco, sólo el 36,9 % de los creadores de contenido confiesan verificar la información antes de publicar. Este dato revela una preocupante falta de rigor informativo entre quienes generan contenidos que pueden alcanzar a miles o incluso millones de personas.
Compartir datos, noticias o afirmaciones sin contrastar, puede amplificar bulos graves, teorías conspirativas y desinformación.
El problema no es sólo la intención: muchos creadores no identifican como desinformación los contenidos emocionales o anecdóticos que viralizan. Sin embargo, la línea entre opinión personal y afirmación falsa puede volverse muy fina. Verificar antes de publicar debería ser un paso básico y obligatorio en cualquier flujo de creación, especialmente cuando se abordan temas como salud, política, derechos humanos o actualidad.
Además, la verificación fortalece la credibilidad del creador a largo plazo. Aquellos que se comprometen con la verdad construyen comunidades más fieles.
Experiencia personal vs. fuentes fiables
El 58 % de los creadores digitales admite basarse principalmente en experiencias personales como fuente de información, mientras que sólo una minoría recurre a fuentes institucionales o expertos acreditados. Esta práctica, aunque comprensible en el contexto de contenidos de lifestyle o desarrollo personal, puede resultar problemática cuando se abordan temas complejos como salud, política, medioambiente o derechos humanos.
La tendencia a compartir “lo que parece real” o “lo que viví en primera persona” no siempre refleja una verdad objetiva o generalizable. El problema se agrava cuando estas narrativas personales se presentan como hechos sin aclaraciones, lo que puede inducir a error o reforzar creencias equivocadas. En contextos de crisis - como pandemias, conflictos geopolíticos o fenómenos sociales - esta falta de contraste puede escalar la desinformación de forma rápida y masiva.
Apostar por fuentes fiables no implica renunciar a lo personal, sino saber equilibrarlo. Una experiencia vivida puede ilustrar una realidad, pero no reemplaza el valor de los datos contrastados, estudios científicos o la voz de expertos. Los influencers responsables combinan lo anecdótico con lo verificable, aportando autenticidad sin sacrificar rigor.
Incluir enlaces a fuentes oficiales, citar estudios o incluso invitar a profesionales a validar la información es una práctica cada vez más valorada por audiencias que buscan contenido confiable.
Conocimiento legal y ético: un déficit preocupante
Según el mismo informe, más del 10 % de los creadores de contenido cree erróneamente que las leyes de difamación, derechos de autor o protección de datos no aplican a los contenidos que publican en redes sociales, plataformas de streaming o blogs personales. Esta percepción errónea puede derivar en sanciones legales, bloqueos de contenido, pérdida de monetización o daños a su reputación personal y profesional.
El entorno digital no es un “espacio sin reglas”. Las normativas que protegen la privacidad, la propiedad intelectual o la integridad de las personas también aplican aquí. Usar imágenes sin licencia, difundir rumores, atacar públicamente a individuos o difundir información sensible sin consentimiento son acciones que pueden tener consecuencias legales, incluso si se hacen “desde una cuenta personal”.
Además, muchos creadores no tienen formación básica sobre ética digital: conceptos como consentimiento informado, manipulación emocional o discurso de odio suelen pasarse por alto. Esto genera un ecosistema donde el contenido impactante o viral se prioriza sobre el contenido respetuoso y veraz.
Incorporar formación legal y ética en el desarrollo profesional de creadores digitales no es sólo una recomendación: es una necesidad urgente para construir un entorno digital más seguro, justo y transparente.
Dilemas éticos y desafíos del contenido viral
La delgada línea entre informar con responsabilidad y obtener un mayor número de visualizaciones e interacciones representa un reto constante para quienes aspiran a destacar. Muchos creadores se ven presionados a generar engagement a toda costa, cayendo en estrategias como el clickbait, el drama forzado o la polarización artificial para captar la atención.
Este tipo de contenido puede dar resultados rápidos en métricas superficiales (likes, shares, comentarios), pero a largo plazo erosiona la confianza de la comunidad y pone en riesgo la reputación del creador.
Esto refleja una tensión cada vez más común en redes: el algoritmo premia lo viral, pero las audiencias cada vez valoran más la autenticidad y la veracidad.
Ser un creador ético no significa renunciar a la creatividad o al impacto, sino aprender a comunicar con profundidad, claridad y propósito. Esto implica hacer un esfuerzo consciente por equilibrar el atractivo del contenido con su veracidad.
Las marcas y agencias también tienen un rol clave: deben valorar y premiar a los creadores que priorizan la calidad informativa sobre el sensacionalismo. Pues el futuro del contenido digital no sólo depende de los algoritmos, sino de las decisiones éticas que tomamos al crear y consumir información.
¿Qué pueden hacer marcas y creadores?
- Establecer protocolos de verificación interna para comprobar origen, fecha, fuente y consistencia.
- Citar fuentes oficiales u organismos reconocidos.
- Mantener la transparencia corrigiendo los errores de forma abierta y pública.
- Capacitarse sobre leyes digitales y propiedad intelectual.
- Priorizar la ética y el contenido útil y veraz.
- Compartir experiencias personales respaldadas o contextualizadas correctamente.
Por otro lado, las redes sociales deben facilitar herramientas de verificación y etiquetado transparente, las marcas pueden exigir estándares de fiabilidad a los creadores con los que colaboran, y las audiencias deben desarrollar un espíritu crítico y exigir contenido de calidad.
En un ecosistema donde cualquiera puede crear y difundir información, los creadores digitales deben actuar con rigor y responsabilidad. Verificar hechos, citar fuentes, respetar marcos legales y asumir un compromiso ético son pasos esenciales para fortalecer la confianza del público y aportar valor real a la conversación en línea.
Si quieres generar impacto auténtico con tu contenido y contribuir a una comunicación digital más sana y veraz, empieza por aplicar estas buenas prácticas.
Other articles

El secreto para aumentar el engagement en Instagram
Instagram ha cambiado su forma de mostrar el contenido, que pondera según unos factores clave: la afinidad, la relevancia y la rapidez en la...

Más allá de los “me gusta”: Las métricas clave para Instagram
Muchas marcas y creadores de contenido se enfocan en los likes como principal indicador del rendimiento de una campaña o colaboración. Sin e...